jueves, 11 de septiembre de 2014

Ejercicio de las Realidades Ausentes


Actualmente me encuentro estudiando un posgrado en Medio Ambiente, Gestión y Sustentabilidad; como parte de mis deberes, se me dio a la tarea realizar un ejercicio reflexivo de las "realidades ausentes" que me rodean. En términos humanamente comprensibles, las realidades ausentes son todos aquellos acontecimientos que existen en la realidad pero que no logramos percibir por no formar parte de "nuestra realidad". Son las cosas que nos tienen al pedo1 si van o vienen pues.

Aunque es una actividad muy simple, me pareció sumamente relevante y creo que es algo que debería formar parte de nuestra vida diaria. A continuación presento el resultado de mi reflexión:

El día de ayer a medio día, me encontraba conduciendo por el pueblo donde viven mis padres, lugar donde también trabajo. Usualmente a esa hora hace demasiado calor, así que siempre ando con el aire acondicionado en el auto a todo lo que da. Hay un semáforo en la avenida principal del pueblo por donde debo pasar  por lo menos 5 veces al día y por azares del destino casi siempre me toca en rojo.

En ese lugar a veces está un chavo, más o menos de mi edad, que se dedica a limpiar parabrisas, tiene años trabajando en eso, lo recuerdo haber visto ahí desde que yo estaba en la preparatoria. Honestamente no soy muy dado a dejar que los limpiaparabrisas se acerquen a mi auto, tal vez porque eso es lo que siempre vi hacer a mis papás, es algo estúpido pero a veces lo hago sin pensar. Sin embargo, a este chico nunca se lo he negado, debe ser por la forma amable en que se acerca a ofrecerte su servicio, o tal vez porque para mí ya es alguien con muchos años de conocer de vista, no lo sé.

Esta era como la tercera vez que pasaba por el semáforo, yo supongo que él ya me ubica porque sólo se acerca a mi auto la primera vez que paso. Lo vi a lo lejos trabajando, y decidí que me iba a tomar unos minutos para ver qué era lo que pasaba durante su día.

Me estacioné unos metros adelante, abrí la puerta del auto y la primer cosa en la que reaccioné ¡¡¡fue en el calor!!! Estaba haciendo un calor insoportable, y este chico llevaba horas trabajando así, yo a esa hora usualmente también estoy en la calle haciendo pagos o papeleo, pero vamos, salgo del aire acondicionado del auto para después entrar al aire acondicionado del banco; no me había dado cuenta del ambiente en el que este chavo debe trabajar.

Después me quedé por ahí observando, miré primero cuántas personas lo dejaban limpiar el parabrisas, esperé 5 tandas de semáforo rojo, y de todas las veces que insistía, solamente una persona por semáforo lo dejaba trabajar, y en una de esas nadie lo dejó.

Después observé qué era lo que hacía mientras el semáforo estaba en verde, es decir, lo he visto por años, pero siempre durante el alto, me intrigaba saber lo que hacía mientras esperaba.

Miré que se quedó ahí en la sombra, lo que vi fue una persona agotada, la forma en que lo puedo describir es que vi a un chico joven con el rostro fatigado de un anciano. Después de eso, y para mi sorpresa, metió su mano a la bolsa de su short manchado, y sacó un celular; no era un teléfono espectacular, ningún iPhone o Galaxy, ni nada que se le parezca, era un aparato simple pero al parecer muy funcional para él, porque en cuanto lo sacó comenzó a escribir y a sonreír, tal vez se mensajeaba con algún amigo, o su pareja o tal vez con su familia.

Entonces caí en cuenta de algo que ya había analizado alguna vez en mi vida: todos tenemos una historia o una realidad en la que cada quien es el personaje principal, el personaje de nuestras propias vidas.

Normalmente, así es como la mayoría vemos al mundo; después de todo, desde nuestros ojos todo lo demás parece moverse alrededor, y pocas veces nos detenemos a analizar cómo es que nosotros al mismo tiempo giramos alrededor de otras historias; las historias de nuestros padres, las historias de nuestras parejas, del vecino, de nuestros ancestros fallecidos; y a veces sin darnos cuenta, también giramos entorno a la historia del chico que limpia los parabrisas  en el semáforo de la esquina.

Esta actividad me ayudó a regresar a un punto de mi vida en el que mi análisis del mundo no se dirigía desde mi propia existencia en él, sino a una época en la que era la existencia del mundo mismo la que causaba mi curiosidad. Creo que todos pasamos por ahí alguna vez, normalmente en ese periodo también jugamos a “las traes” y medimos menos de 1.50, pero algo muy cierto es que cuando somos niños, nuestro nivel analítico está enfocado hacia lo que aún no conocemos, y son esas realidades ausentes las que nos causan intriga y no lo que de antemano ya sabemos. Por lo tanto y para concluir, considero que si recuperamos nuestra capacidad de asombro, seremos hábiles para entender nuestro entorno de una forma más profunda y real.

______________________________
Nota 1: Al pedo: Que nos tiene sin cuidado, que no causa intriga, que estamos sin pendiente de ello.

3 comentarios:

  1. Me gusta tu conclusión, recuerdo que una vez leí un libro de filosofía (El Mundo de Sofia) y decía que los niños son los mejores filósofos que pueden existir en el mundo, porque no han perdido esa capacidad de asombro a las pequeñas y grandes cosas que pueden observar, Felicidades!!!

    ResponderEliminar
  2. Eso es verdad Carmen. Muchísimas gracias por leer!!!

    ResponderEliminar
  3. jajajaaj me encanto!! todo todo desde principio al fin! ya soy tu fansss! jejejeje ...ame tu nota por cierto, lo hubieras puesto como glosario, ya sabes según la clase de Felix son palabras que se necesitan dar su significado, porque son importantes! jejeje :D luego les pasaré mi blog, solo que debo primero borrar muchas cosas jaajja :P saluditos y espero te diviertas en tu puente! :D

    ResponderEliminar